Alacranes en la botella
Tres días después de que "Little Boy" cayó en Hiroshima, una réplica del "Fat Man" fue arrojada sobre Nagasaki. Japón se rindió incondicionalmente el 15 de agosto, completamente desalentado por esta nueva arma. La invención de la bomba atómica fue vista como el clímax de la victoria de EEUU sobre sus enemigos de la Segunda Guerra Mundial, tal vez salvando la vida de un millón de soldados que pudieron haber muerto de haber invadido a Japón. Pero también los escépticos se hicieron oir y el mismo Oppenheimer, dos meses después de Hiroshima, predijo: "La humanidad maldecirá los nombres de Los Alamos e Hiroshima."
Sin embargo, al año siguiente aceptó el cargo de presidente del consejo científico de la Comisión de Energía Atómica (CEA), convirtiéndose así en el asesor más influyente del gobierno y el ejército acerca de los primeros y conflictivos asuntos de energía nuclear. Occidente y la Rusia de Stalin se enfrascaron en un estancamiento político Ilamado Guerra Fría e iniciaron una nueva carrera armamentista. El 29 de agosto de 1949, antes de lo predicho, la URSS detonó su primera bomba nuclear. Aunque muchos cientificos involucrados en el Proyecto Manhattan no apoyaban la creación de nuevas armas, los excolaboradores de Oppenheimer, Edward Teller y Ernest Lawrence, opinaron que la seguridad nacional de EEUU requería el rápido desarrollo de la todavia más letal y destructora bomba de hidrógeno, Oppenheimer estaba asqueado. A su parecer, las dos potencias nucleares se enfrentaban como "dos alacranes en una botella, cada uno capaz de matar al otro, pero a costa de su propia vida". De proliferar las nuevas bombas, las guerras ya no tendrían ganadores o perdedores, sino sólo víctimas.
El Ilamado padre de la bomba atómica anunció públicamente que se oponía al desarrollo de la superbomba. Siempre incómodo con Oppenheimer y tal vez envidiando sus logros, Teller hizo una campaña para dirigir el nuevo proyecto, insinuando que Oppenheimer no necesariamente debía participar en él. Dijo a investigadores del FBI que la influencia de su rival evitó que se trabajara sobre la bomba de hidrógeno y reveló que, de joven, Oppenheimer sufría de profundas depresiones. Cuando el presidente Truman aceptó en 1950 que se desarrollara la superbomba, Teller quedó satisfecho con su victoria personal. Pero también había otros, como pronto quedaría claro, que esperaban la oportunidad de atacar a Oppenheimer.
Histeria y desgracia
¿Acaso la URSS pudo descubrir cómo construir una bomba atómica sin espiar los trabajos de EUA? ¿Hubo una traición en Los Álamos? En 1954, J. Edgar Hoover, director del FBI, redactó un informe para la Casa Blanca apoyando la acusación de que Oppenheimer era un "agente de espionaje" .
El presidente Eisenhower acordó restringir el acceso del científico a información secreta mientras la CEA discutía la acusación. Las audiencias de la CEA, hechas en secreto para evitar un escándalo, duraron tres semanas, Ilamaron a 40 testigos y resultaron en 3 000 pág nas de testimonios y evidencias. Aunque Oppenheimer cooperó totalmente, siendo sujeto a hostiles y agotadores interrogatorios durante tres días, no se permitió a sus abogados examinar documentos relevantes o testimonios de su cliente, por razones de seguridad. Desde el podio de los testigos, los físicos nucleares más respetados y otros pilares de las instituciones, incluyendo al general retirado Groves, atestiguaron de la absoluta lealtad de Oppenheimer.
La notable excepción fue Teller, quien afirmó que "sería más prudente no otorgar la rehabilitación [de seguridad]". El 29 de junio el comité de seguridad de la CEA votó en contra de rehabilitar a Oppenheimer, aunque sin hallarlo culpable de entregar secretos a naciones extranjeras. Sus amistades de la década de 1930, su amorío con Jean Tatlock y su oposición a la superbomba pesaron en contra suya.
El horror de Hiroshima y Nagasaki
El 6 de agosto de 1945 amaneció un día de sol radiante en la ciudad de Hiroshima, Japón. A las 08:10 de la mañana muchos de sus 350.000 habitantes se preparaban para ir al colegio o al trabajo la vida era normal.
Cinco minutos después todo cambió. A las 8:15 horas un bombardero militar americano tipo B-29 llamado Enola Gay arrojaba una bomba atómica llamada Little Boy en el corazón de la ciudad de Hiroshima. La bomba, de uranio enriquecido, con sus 4 toneladas de peso, fue detonada a 600 metros de altura sobre la ciudad, estallando con una fuerza equivalente a la de 12.500 toneladas de explosivo altamente destructivo.
La totalidad de Hiroshima quedó prácticamente reducida a escombros, y desde ese momento y en los meses posteriores, 140.000 hombres, mujeres, niños y niñas, murieron con consecuencia del bombardeo.
Como consecuencia de la explosión nuclear, una enorme bola de fuego envolvió la ciudad de Hiroshima, dejando las sombras de las personas impregnadas en los muros y calles. Aquellas sombras muertes son re-dibujadas cada año como una conmemoración, fantasmagórica, a los que así murieron. Aquellos que no se convirtieron en polvo ardieron por el extremado calor, que superó los 5.000 ºC de temperatura. Incluso partes de los edificios sencillamente se derritieron. La mayoría de aquellas personas que sobrevivieron sólo lo hicieron por unos pocos días más.
Aquellos cuyas familias y casas milagrosamente sobrevivieron a la bola de fuego, fueron barridos por una fuerte onda de presión que trajo con ella vientos de más de 1.600 Kilómetros por hora.
Después llegó la nube radiactiva, descendiendo sobre la una vez hermosa ciudad. La lluvia negra envenenada cayó, contaminando tierras y ríos por todas partes. Al menos la mitad de los que se encontraban en un radio de un kilómetro y lograron sobrevivir al fuego y a la onda de presión murieron a causa de la radiación, cual veneno radiactivo. Víctimas muy distantes recibieron suficiente radiación como para asegurar una muerte cruel prolongada durante los siguientes meses y años.
A pesar de las horribles consecuencias de este atroz experimento en tecnología nuclear, tres días después los Estados Unidos volvieron y arrojaron otra bomba nuclear sobre Nagasaki, esta vez de plutonio.
Los días 6 y 9 de agosto fueron sólo el principio para los habitantes de Hiroshima y Nagasaki. Los supervivientes de aquellos días empezaron a ser conocidos como Hibakusha y viven una vida de diario dolor y sufrimiento.
Las dolorosas cicatrices que cubren las terribles quemaduras que sufrieron, con la carne hinchada, creciendo anormalmente; leucemia y otros cánceres y tumores malignos se convirtieron en la norma de los Hibakusha. Hubo y todavía hay un aumento en el número de abortos, nonatos y nacidos con defectos de nacimiento tales como microcefalia (enfermedad que se caracteriza por un cráneo anormalmente pequeño), así como en casos severos de retraso mental.
La historia de la niña de dos años Sadako Saski encierra el horror y la esperanza de Hiroshima. Diez años después de caer la bomba se le diagnosticó leucemia. Su mejor amigo le contó la leyenda japonesa que cualquiera que haga un millar de grullas de papel será premiado con un deseo. La niña empezó a doblar papel pero murió en ese año, su deseo no se cumplió.
Sus compañeros de colegio finalizaron el millar de grullas de Sadako e, inspirados por su coraje y fuerza, recolectaron dinero por todo Japón para colocar una estatua en su honor, una grulla dorada, en el Parque de la Paz de Hiroshima. Su deseo llegó a ser su esperanza e inscribieron en la estatua: Este es nuestro llanto, esta es nuestra plegaria, Paz en el mundo”. En este día los niños y niñas de todo Japón y otros países doblan grullas de papel, un símbolo de paz internacional, y los envían al monumento de Sadako en Hiroshima, con la esperanza de que un día el deseo se cumpla.
Cincuenta y seis años después del bombardeo de Hiroshima y Nagasaki, más de trescientas mil personas, siguen recibiendo tratamiento médico.
El 6 de agosto de 1945 fue la primera vez que un arma nuclear fue usado en guerra, Nagasaki fue la segunda. Que no haya una tercera es el deseo de los Hibakusha. Sus devastadas vidas son el testimonio del porqué las armas nucleares deben prohibirse.

Comentarios
Publicar un comentario