Aquella mañana del 21 de abril del
1918 en el cielo de Vaux-sur-Somme, el mundo perdía a uno de los
ases de la aviación Manfred Freiherr von Richthofen. Su muerte como
su historia se convirtió en un mito, 102 años transcurrieron y la
certeza de la causa de su muerte se desconoce, algunos alegan que fue
producto de un disparo del capitán Brown, otros dicen que fueron
los canadienses que estaban pertrechados con potentes ametralladoras
que avasallaron a “Lola” si ese era el nombre que nuestro icónico
personaje le había dado a su caza Fokker Dr. I Triplano , pero lo
que sí es confirmado es que nuestra leyenda sufrió su segunda
derrota y definitiva.
Alemania ya había convertido en un
rockstar de la aviación al Barón rojo, amo y señor de los cielos
bélicos en plena primera guerra mundial para que su historia
traspasará fronteras llegando a los oídos de los aliados, es
difícil distinguir cuál era su comportamiento real ante la
eficiente propaganda germánica, pero sin lugar a duda él se
convirtió en el As de la aviación de la Gran guerra por haber
derribado 80 enemigos, no existió otro que lo superará en esa
época.
Nacido en Breslau, en la baja Silesia (Actual Polonia) el 2 de Mayo de 1892, descendiente de una familia aristócrata prusiana, siguiendo la tradición familiar, a sus 11 años ingreso a la escuela militar prusiana, que convertía a los niños en soldados, luego paso a formar parte de la caballería al inicio de la guerra pero se le relego a un trabajo logístico, pidiendo su traslado: “No he venido a la guerra para recolectar queso y huevos, sino para cumplir otras misiones” especifico en su carta de traslado.
Lo trasladaron a una escuela de
aviación donde le enseñaron los principios básicos de esta ciencia
creciente, él describió su primera experiencia como estresante e
insatisfactoria, su educación en los aires fue efímero, 2 meses
bastaron para que estuviera surcando los cielos enemigos primero
detectando las trincheras como observador en el escuadrón 69.º
Feldflieger Abteilung y luego con un caza bajo la tutela de Oswald
Boelcke creador de los axiomas conocidos como Dicta Boelcke , era uno
de los pilotos más conocidos de las época y con un récord
espectacular que en poco tiempo Manfred rebasó.
El 17 de septiembre de 1916 consiguió
su primera victoria confirmada a bordo del Albatros D.II, comenzando
así una marca que lo llevó a la posteridad, además de crear una
colección de copas de plata que representaban un trofeo por cada
derribo del enemigo. En junio de 1917, meses después de haber
conseguido su 1ra victoria, al piloto alemán le brindaron la
oportunidad de comandar su primer escuadrón: la Jasta 11, misma que
posteriormente sería reconocida como el Flying Circus (Circo
Volante). Se rumora que los abatidos por esta unidad ascienden los
600 aviones enemigos.
Richthofen haciendo uso de su fama y
como estratega militar decide pintar su aeronave de rojo escarlata,
para que el oponente supiese contra quien se enfrentaba esto era
valorado como una guerra psicológica que rindió buenos frutos,
aunque en Alemania era conocido como el “Barón rojo” sus
enemigos temblaban al ver al “Diablo rojo”, el resto de su
escuadrilla lo imitó pintando sus aviones con colores chillantes y
pasaron a llamarse como el circo Volador.
En Julio de 1917, una bala rozo su
sien, antes de perder el conocimiento logró aterrizar, hay
historiadores que alegan que esto pudo afectar el día que murió
porque quedó con secuelas de jaquecas permanentes y con una lesión
cerebral mal tratada tornándose más imprudente de lo que era. La
presión social y militar hizo que Manfred regresará a los cielos
contra todo pronóstico.
Además de ser vitoreado por sus
hazañas en el aire también era reconocido por su actitud
caballeresca al evitar matar a los pilotos enemigos, si ya había
logrado romper el motor del aparato, aunque sus escritos muestran lo
contrario “Nunca me subo a un avión por diversión, mi objetivo es
la cabeza del piloto y quizás la del observador si es que hubiese
uno” al final el solo cumplía con defender a su patria, pero la
propaganda hacía que en la Gran Guerra ambos bandos respetaran a sus
enemigos, razón por la cual el día de su deceso los enemigos que lo
derribaron le rindieron honras fúnebres reconociendo y respetando
las glorias de su rival: “Aquí yace un valiente, un noble
adversario y un verdadero hombre de honor, descanse en paz”.
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