Es una enfermedad causada por la
ingesta de alimentos contaminados por micotoxinas (toxinas producidas
por hongos parásitos), o por abuso de medicamentos que contengan
esta misma sustancia. Está causado fundamentalmente por el ergot o
cornezuelo (Claviceps purpurea) que contamina el centeno y, mucho
menos frecuentemente, la avena, el trigo y la cebada.
Una de las sustancias producidas por el
hongo es la ergotamina, de la cual deriva el ácido lisérgico. Los
efectos del envenenamiento pueden traducirse en alucinaciones,
convulsiones y contracción arterial, que puede conducir a la
necrosis de los tejidos y la aparición de gangrena en las
extremidades principalmente.
La enfermedad empezaba con un frío intenso y repentino en todas las extremidades para convertirse en una quemazón aguda. Muchas víctimas lograban sobrevivir pero quedaban mutiladas: podían llegar a perder todas sus extremidades.
Existía otra variante de esta
intoxicación en la que el paciente sufría intensos dolores
abdominales que finalizaban en una muerte súbita. En las mujeres
embarazadas producía invariablemente abortos.
El ergotismo se documenta por primera
vez en una tabla de arcilla asiria datada del año 600 a.C., que
refiere a esta enfermedad como la "pústula nociva en la espiga
del grano".
Durante la Edad Media las
intoxicaciones con ergot eran tan frecuentes que se crearon
hospitales donde los frailes de la orden de San Antonio se dedicaban
en exclusiva a cuidar de estos enfermos. Estos frailes llevaban
hábito oscuro con una gran T azul en el pecho.
El único remedio conocido en la Edad
Media consistía en acudir en peregrinación a Santiago de
Compostela. La explicación es sencilla: El ergotismo gangrenoso lo
producía el consumo prolongado de pan de centeno contaminado por el
hongo cornezuelo. El hospital del convento de San Antón de
Castrojeriz curaba a los enfermos ofreciéndoles pan de trigo
candeal.
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