Los Kawesqar vivieron entre el Golfo de
Penas hasta aproximadamente el Paso o Canal Cockburn, en la parte
occidental de Tierra del Fuego, ocupando además casi todo el
estrecho de Magallanes, hasta la entrada sur del Canal Sarmiento.
Esta zona corresponde a laberínticos archipiélagos australes, donde
la cordillera es casi infranqueable, las islas prácticamente
inabordables por su ausencia de playas y la densidad del bosque
magallánico. Los canales, de unos 480 kilómetros de longitud, son
casi todos de aguas tranquilas y navegables.
Fueron un grupo canoero nómade,
cazador recolector. La embarcación principal parece haber sido la
canoa de cortezas de árbol (preferentemente, coigüe), cosidas con
nervios de ballenas, unas sobre otras y enmalladas a modo de concha,
según la descripción de las crónicas históricas. De forma curva y
puntiaguda y de longitud variable (entre 8 ó 9 metros), el hallef
era impulsado por unos pequeños remos. Posteriormente, habrían
adoptado la dalca chono (tablas cosidas con tendones y calafateadas
con un emplasto de barro y vegetales) y, en épocas históricas, la
canoa monoxila de tronco ahuecado, cuya fabricación es posible sólo
con la tecnología europea (hachas de metal). Al centro de la canoa,
el fuego siempre estaba encendido, sobre todo en forma de brasas para
evitar que se consumiera, generando calor y permitiendo la cocción
de los alimentos.
El régimen alimenticio Kawesqar fue fundamentalmente carnívoro y graso. Los recursos principales se obtenían de la caza del lobo marino, nutrias y aves marinas, así como de la pesca y la recolección de moluscos. Los mariscos eran alimento cotidiano, tanto crudos como cocidos. Importante rol jugaba la mujer que se dedicaba a la recolección de éstos y a la pesca, mediante buceo. Para ello, cubrían su piel con grasa de lobo marino y arcilla, y recogían las presas en canastos vegetales, también fabricados por ellas. Los hombres eran los responsables de la caza terrestre y marina y de la confección de herramientas, hechas básicamente el hueso. La cantidad de utensilios que fabricaron y poseyeron fue pequeña, sobre todo en variedad. Una misma herramienta solía cumplir varias funciones. Confeccionaban punzones y cajas de madera con cortezas.
Para la caza del lobo marino usaron un
arpón de hueso o una gran red hecha de tendones o hebras de cuero
con el fin de atrapar al animal vivo. Su carne y la de ballena eran
ingeridas en avanzado estado de putrefacción. Hay poca información
sobre el uso del arco y la flecha. Fundamental era el perro en la
caza del huemul y, posteriormente y de manera eventual, en la de
vacunos cimarrones. Los escasos vegetales que consumían, junto con
hongos y huevos de pájaro, eran recogidos en tierra firme.
La unidad social básica fue la
familia. Existió un jefe a cargo de las excursiones de caza, que
solía ser aquel de mayor fuerza, y cuando dimitía el cargo era
heredado por uno de sus hijos o amigos. El matrimonio se realizaba
posterior a la pubertad e iba aparejado a la construcción de la
canoa, la tenencia de perros y la construcción de la vivienda,
sinónimo de independencia. La ceremonia era celebrada con familias
amigas y se consumía gran cantidad de alimentos. El matrimonio era
prohibido entre hermanos y primos, tanto por línea materna como
paterna. Los niños más chicos permanecían amarrados a la espalda
de la madre y la diferenciación sexual se reconocía a partir de los
cuatro años de edad. Su nombre era dado cuando se adquiría la
lengua y la movilidad. La crianza de los hijos y el dominio de la
canoa estuvieron en manos de la mujer, mientras que la fabricación
de la choza la realizaban los hombres. Existieron intercambios, el
tchás, que consistían en ofrendas repartidas entre las personas que
acampaban en un mismo sitio, aunque las familias genralmente estaban
diseminadas y eran autárquicas, vinculándose solo en ceremonias o
eventos como la varazón de una ballena. El aislamiento habría sido
el factor más importante para comprender la homogeneidad de esta
cultura.
La cosmovisión Kawesqar se basaba en
la creencia de un ser supremo, solitario e independiente, Xolás.
Creador de todo, de las tradiciones y la moral, Él dirige la acción
humana. Los sueños serían el nexo con el ‘más allá’.
Existirían otros espíritus como Ayayema, espíritu maligno presente
en todas las etapas de la vida. Se le asociaba al hedor. Rondaría
por los parajes australes llevando mala suerte, enfermedad y muerte.
Moralmente predominaba el principio ‘cada uno es primero su propio
prójimo’.
La iniciación o Kalakai, estaba
dirigida tanto a los hombres como a las mujeres, y su objetivo fue el
perfeccionar la educación paterna, adoctrinando de forma intensiva
tanto moral como práctica al nuevo adulto para que pudiese valerse
por sí mismo. En el Kalakai se reunían los/as candidatos/as, cuyas
edades fluctuaban entre 14 y 18 años, y sus familias en una gran
choza. Se designaba a un conductor de la ceremonia, generalmente un
anciano, él debía enseñar los códigos morales dados por Xólas.
Generalmente, el evento se producía al varar una ballena, es decir,
cuando los alimentos suficientes estaban asegurados. La duración de
la ceremonia era de aproximadamente 6 a 10 semanas, según la
provisión de alimento y la atención del público.
También tenían una ceremonia
masculina secreta similar al Kina yámana. El Owurkan, puede ser
considerado como médico, chamán o sacerdote encantador. Se ocupaba
de la cura de enfermedades, de la predicción del tiempo y de la
influencia espiritual sobre la gente. Las enfermedades, si eran de
carácter leve, eran tratadas por cada uno, si se agravaban se
recurría al Owurkan. Ante una muerte inminente se buscaba un sitio
cómodo donde ubicar al moribundo y una vez producido el
fallecimiento se proferían gritos y lamentos, seguidos de una
disminución en las actividades cotidianas. El cuerpo era extendido,
envuelto en cueros cosidos y enterrado junto a la choza, a unos 20
centímetros de profundidad, con la vista hacia arriba y cubierto de
ramas, hojas y piedras. Las pertenencias del difunto eran quemadas.
El sitio era considerado de mal augurio y evitado.
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